Algarve en furgoneta

En verano de 2016, el primero de tener la furgo nos fuimos derechos a Portugal. Siempre nos habían hablado de Algarve como un sitio paradisíaco, igual que aquellos que te encuentras por islas perdidas del Caribe. Por fin teníamos vacaciones, queríamos sol, relax, aprender a hacer surf y estrenar la furgo. No teníamos nada dentro de la furgo, per no nos echamos atrás ni un momento. Arrastramos el colchón de la habitación dentro, cogimos un camping gas, una mesa, un par de sillas y adiós muy buenas! La motivación de por fin estar en marcha era considerable y cuándo cruzamos la frontera se intensificó aún más. Entramos por Faro, la ciudad capital de la zona, aunque la verdad es que la pasamos de largo. Con la emoción y las ganas de ver en persona esos acantilados y las playas que habíamos visto en fotos, le dijimos adiós desde la ventana y seguimos el camino. Pero durante nuestra parada para comer algo, nos encontramos con un sitio que nos llamó mucho la atención; Sandworld, una atracción turística muy interesante y diferente, si pasáis por allí i queréis distraeros un poco vale la pena sobretodo si vais con niños. Es un recinto lleno de estatuas y monumentos hechos únicamente con arena, algunas imponen muchísimo por lo grandes que son y hay de todo. Cada año cambian la temática, cuándo fuimos nosotros estaba dedicado a la música y el cine.
Después de darnos un paseo por Sandworld nos volvimos a subir a la furgo dispuestos a encontrar un sitio dónde pasar la noche. Ya nos habíamos informado un poco, y gracias a furgoperfecto encontramos la Praia dos Arrifes al oeste de Albufeira. Es una pequeña cala preciosa.

Aparcamos en el párking que hay antes de llegar al acantilado porque había bastante gente. Al llegar al precipicio solo pudimos soltar un ¡Oh! Y es que menudas vistas! Lo primero que ves son tres rocas muy imponentes en medio de la playa y como la marea estaba entonces baja, pudimos ver que estaban erosionadas por dentro y creaban unas cuevas llenas de vida marina. Corrimos a cambiarnos y a por el equipo de snorkel para pasar la tarde y recargar un poco de pilas.

Cuándo el parking se vació sólo quedamos los furgoneteros y alguna AC y pudimos coger un buen sitio, con unas vistas de la puesta de sol que quitaban el aliento. Delante de la playa hay un restaurante, dónde tienen baño y servicio de duchas a 1€, nos dimos una ducha antes de retirar a la furgo, poco sabíamos entonces que seria una de las pocas duchas que podríamos darnos en todo el viaje!

Tenemos que decir que la primera noche fue la que más disfrutamos, porque el sitio era increíble, no podéis desperdiciar tanto el atardecer como el amanecer que te regala Praia dos Arrifes. Nos levantamos muy temprano para ver amanecer y aunque pensábamos que todos los que habían pasado noche allí harían lo mismo, estuvimos nosotros solos. Como no puede ser de otra manera, lo celebramos con unos buenos pancakes de nutella en el desayuno!
Con las pilas cargadas y bien llenos nos dirigimos a nuestra segunda parada, Praia MarinhaLlegamos a media mañana y pudimos aparcar de milagro, os recomendamos que lleguéis a primera hora porque el parking está abarrotadísimo. Bajamos por la pasarela para acceder a la playa. Es una paseo muy agradable y bonito aunque teníamos tantas ganas de llegar a la playa que se nos hizo un poco largo. El sitio no defrauda, es una preciosidad, pasamos como pudimos entre la gente para dejar las cosas y poder meternos en el agua. Nos bañamos un poco, saltamos de las rocas, hicimos snorkel pero nos fuimos al poco rato. Para nuestro gusto estaba demasiado lleno de gente y era algo estresante, así que decidimos volver a la furgo. Contratamos un tour en barca de todas las preciosas calas que hay por la zona para el día siguiente, ya que nos habíamos estresado pero no rendido en disfrutar de esa maravilla de playa cómo se merece! Pasamos la noche en un cámping, aunque también se podía pasar la noche allí, había un montón de furos haciéndolo. Bien temprano la mañana siguiente volvimos a Praia Marinha, nos pudimos pasear casi solos por la playa, a hacer fotos y relajarnos. Al cabo de un rato teníamos el tour con barca, debido a lo baja que estaba la marea tuvimos que esperarnos un rato. Para acceder a la cala por la que empezaba nuestro tour, pasamos por un pasadizo dentro de la roca que llevaba a una cala escondida y completamente desierta que nos maravilló. Al cabo de un rato de esperar, apareció otra pareja y llegó la barca. Eramos solo cuatro en el tour y fue una suerte ya que fue todo más personal y nos metimos en alguna cueva que no entraba en el tour. No dejéis pasar la oportunidad de ver la maravilla de calas, son un disfrute y un regalo para la vista. Entre muchas otras visitamos la Praia de Benagil, la famosa cueva del agujero el el techo que seguro ya habréis visto en fotos. Vimos gente que iba en kayacs, para la próxima vez probaremos ese método ya que seguro que volvemos.
Terminada la visita, volvimos a la furgo y pusimos rumbo a Lagos para visitar el Ponta da Piedade y tomar algunas fotos. Otra maravilla que no os podéis perder, eso sí preparaos para subir y bajar escaleras llenas de turistas parados para recobrar el aliento. Se puede hacer también un tour en barca por todos los entrantes y salientes cerca de Ponte da Piedade que seguro que vale la pena. Como nosotros ya habíamos hecho uno ese mismo día, decidimos poner rumbo a Cabo de São Vicente, a unos 45 minutos de Lagos. Allí puedes ser de las ultimas personas en ver el atardecer de toda la Península ibérica, ya que es el extremo que queda más al Sudoeste. Hay un faro y una fortaleza, aunque con las vistas de los acantilados casi ni te fijas en el faro! Llegamos relativamente pronto, aunque en cuestión de minutos apareció una marea humana que a pesar del viento y el frío que hacia estaban dispuestos, igual que nosotros, a ser de los últimos de la península en disfrutar del atardecer. Cogimos sitio y nos sentamos, hacía tantísimo viento que costaba hasta abrir los ojos y las bromas de todos los que estábamos allí eran la guindilla del pastel. Fue precioso, la gente animando con ‘Oooh’ constantes, y en cuánto el sol desapareció por completo en el horizonte, todos estallamos en aplausos y gritos de felicidad aunque no nos quedamos mucho tiempo más, ni nosotros ni nadie. La marea humana fue despejando el Cabo y ya en la furgo decidimos esperar a que todos los coches, las furgos y los taxis se hubieran ido. De camino al Cabo habíamos visto un parking pavimentado lleno de ACs y furgos y cómo el terreno arriba era un poco escabroso y el viento movía la furgo, fuimos a ese parking a pasar la noche. Estuvimos muy tranquilos, preparamos la cena con el camping gas, leímos un poco, miramos las estrellas y a dormir, el día siguiente iba a ser nuestro último día por Portugal y teníamos que estar descansados.
No podíamos irnos de Algarve sin hacer surf, tomamos rumbo hacia Sagres, dónde hay la Praia Castelejo, una increíble playa natural rodeada de acantilados y por lo que nos habían contado, muy buena para hacer surf. Contratamos un par de clases para ese día y lo pasamos aprendiendo a surfear y de relax en la playa. Terminamos completamente muertos de cansancio después de las clases y nos lo tomamos con calma lo que quedaba de día. Al ser el último, decidimos darnos un capricho y nos fuimos a comer una buena Cataplana. Una cazuela típica portuguesa de pescado y marisco con una salsa deliciosa, limpiamos hasta los bordes. Lo acompañamos con un vino verde, también por lo que nos contaron, típico de aquella zona de Portugal y ideal para acompañar la cazuela de marisco. Os lo recomendamos, estaba buenísimo todo. Volvimos a Praia Castelejo para acabar el día relajados y pasar la noche antes de volver a casa. Teníamos que volver, pero no sin antes plasmar los grandes momentos que habíamos vivido en ese viaje, que serían el principio de un cambio de rumbo importante en nuestras vidas. Así que ya de vuelta paramos en un estudio de tatuajes y cada uno a su manera, nos tatuamos lo que significó para nosotros el primer viaje en furgo.
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