





Decidimos hacer una tirada larga y llegamos hasta Errachidia, a un park4night un poco antes de la ciudad. Era un embalse donde solo había dos pescadores y nosotros. Al llegar se nos acercó uno de los pescadores, un profesor de inglés en un instituto y estuvimos conversando un tiempo, al irse nos regaló dos granadas del patio de su madre que estaban deliciosas. El sitio era espectacular, por la mañana vimos la salida del sol, almorzamos tranquilamente y como no había ni una alma y hacía mucho calor, aprovechamos para tomar un poco el sol y leer. Hacia el medio día decidimos que tocaba trabajar. Se nos había acumulado trabajo que requería de un internet decente. Hicimos calculos y nos salía más barato ir a un camping que localizar una cafetería con wifi y dormir en un park4night, así que buscamos camping. Antes de llegar al camping nos asombramos por las vistas. De repente nos encontramos un río de palmeras kilométrico dentro de un gran cañón. No pudimos sino parar a mirar, nos lo encontramos de sopetón y era magnífico. Estábamos en Marruecos completamente distinto al que habíamos conocido hasta el momento. Habíamos visto montaña, árboles y vegetación y ahora estábamos rodeados de kilómetros de tierra árida, con pueblos de arena que parecían milenarios, bien camuflados entre las rocas del desierto y de repente, un oasis que parecía no terminar nunca. Kilómetros y kilómetros de un río de palmeras y justo dentro de él, el camping.

El camping Tifnir muy pequeñito y acogedor, pero por desgracia su conexión de internet era precaria en extremo y no pudimos hacer nada de trabajo. Así que la mañana siguiente bien temprano nos pusimos rumbo a otro camping y acertamos. El camping Tifina, una maravilla de lugar. Duchas enormes y individuales, cantidad de espacio y privacidad, conexión bastante decente a internet, piscina, restaurante y bar, ¿lo mejor de todo? que como es ahora temporada baja estábamos prácticamente solos. Nada más llegar nos pusimos a hacer faena y al cabo de unas horas conocimos a Manuel, un pintor español que estaba de ruta en moto por Marruecos, le invitamos a cenar a la furgo y estuvimos charlando un buen rato sobre historias de viajes y de la vida. Cuando nos levantamos la mañana siguiente nos invitó a ir a desayunar al pueblo y ¿cómo vamos a rechazar una invitación así? Ya nos pondríamos a trabajar a la vuelta. La vuelta se alargó, estuvimos comiendo, hablando y bebiendo te hasta casi las 3 del medio día. Al volver al camping tocó bañito en la piscina para pasar el calor antes de ponernos a trabajar en el ordenador. Estábamos muy a gusto trabajando en ese camping y los días pasaron sin darnos cuenta, nos podríamos haber quedado más noches porque trabajo teníamos, pero estábamos tan cerca de tocar las dunas que 4 días de curro eran suficientes por un tiempo. Así que el siguiente destino eran, por fin, las dunas del Sahara.

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